En este artículo narro una experiencia personal con la empresa de
telecomunicaciones de ETECSA. Para conocer el preámbulo de la historia, donde
describo a este enrevesado alambique caribeño, pueden dar clic aquí
.
En mi caso, soy cliente del Nauta
Hogar, uno de los tantos servicios que ofrece la compañía, y que es
"garcias" al cual tengo internet en mi casa, por un periodo de 30 horas
mensuales, por las que puedo pagar distintas tarifas, en dependencia de
la velocidad de subida y de bajada que desee, 1 . Como
yo no soy ambicioso, ni en mi casa se puede pagar más allá del precio
más bajo, todos los meses, con estricta disciplina, para no perder la cuenta nauta,
abonamos 15 CUC, lo que viene a ser más de un tercio del salario promedio de un cubano
(recordar que aquí no entran los tanques pensantes que dirigen nuestro
país. Solo con ver el perfil de facebook de sus familias una cosa así
resulta incongruente.) O sea, que esas 30 horas de gloria informativa digital,
con las cuales accedo a canales de Youtube;
interactúo en redes sociales, díganse Steemit, Instagram, Twitter; leo periódicos
como bbc mundo y busco un incentivo económico a través
de las criptomonedas, duelen bastante. ETECSA se encarga de ello. De que
me duelan.

Derechos del consumidor. ETECSA es tan consecuente con
esas palabras como Adolf Hitler lo fue con el pacto Ribbentrop-Mólotov
Recientemente, fue anunciada por
varios medios oficiales la noticia de que a los usuarios del nauta hogar
se les iba a comenzar a aplicar una rebaja en el consumo a partir de
acabadas las 30 horas , las cuales mi austeridad y disciplina
autoimpuestas solo consiguen que me duren 10 días. Pues, a partir de
dicho momento, para una cuenta de este tipo, a diferencia de las otras cuentas
nautas, en vez de pagar un 1 CUC por hora, paga 0.50 CUC. Tal vez algún lector
inocente pensará: "Entonces, ¿por qué no tener siempre una cuenta nauta
hogar?". Confío en que algún otro, que además haya leído o tenga nota
de los vericuetos de esta oscura firma, sospeche que no es tan fácil. Para
empezar, quien va a iniciar esta sangría mensual debe tener bajo su
propiedad un teléfono fijo (a través del cual se va a conectar el
router.) Y aun poseyendo lo anterior, cosa que no es probable tal como dije
en el capítulo pasado, no puedes ir a una oficina del monopolio a pedir la
cuenta de tan exclusivo servicio, como sí se puede hacer con una cuenta
nauta ordinaria, de las que se usan para conectarse en los parques wi-
fi. Te debes quedar en tu casa, a esperar que llegue el invierno de los Stark, y
de paso, la providencia haga que una operaria marque tu número, para
contactar con el propietario del teléfono y le diga, que si lo desea
puede inaugurar el servicio de internet a domicilio. Para usar el lenguaje del
oficialismo, el proceso de establecimiento de esta conexión, se hace de manera
paulatina, sin pausa pero sin prisa, tomando en cuenta las
características y necesidades de cada región. En fin, que una vez más se
deja ver la opacidad y lo turbio de cada movimiento que esa criatura llamada
ETECSA hace para que estemos en línea con el mundo.
Con la noticia de la rebaja, es
natural entusiasmarse. No han pasado dos meses desde que usamos el
servicio, y ya los precios menguan un poco. "¿Viste que fue bueno coger el
internet? Hay que estar a la viva con esas cosas. Si te llaman para que
lo pongas hay que decir que sí. Después no se sabe cuándo te vuelvan a
llamar." Así que consumido el tiempo, fui a una oficina de atención al
cliente a recargar solícito y complaciente abonando 50 CUP (equivalente a 2
CUC), y así poder disfrutar de 4 horas compartiendo con el resto del
mundo.

Llama la atención que en estas oficinas no hay un cuadro de Fidel Castro, o de su
hermano, o de cualquier héroe de moda, o un cartel con el concepto de Revolución, el
poema más difundido por los medios oficiales, como sí los hay en la mayoría de los centros
de trabajo estatales, y hasta en algunas cafeterías.
Cuando llegué a la oficina, me recibió una
operaria sin uniforme. Era una muchacha joven, delgada, con rasgos de
india, con un solapín colgado del cuello con una correa azul, y una notada
inseguridad en las preguntas que le hice. Me dijo : "Espera un momento,
que estoy de prácticas." Fue al cubículo de la jefa para aclarar y luego
volvió y me respondió. "Las horas extras no se van a ver cuando te
conectes aquí, en las máquinas que ofrecemos, ni en los parques wi-fi. Se van a
ver en tu casa. Es lo que me dijeron". Primera divergencia. Si se lee
en el artículo de Cubadebate al respecto , se ve lo contrario . Pero
bueno... ¡Qué se le va a hacer! Como dicen por ahí, estamos en Cuba. De todos
modos, cuando llegué a mi casa tampoco vi el incremento esperado en el
tiempo de consumo, pero regresar a reclamar en ese momento se me hacía
cansino. Así que pasaron dos días, se acabó el saldo, y decidí ir a la oficina
nuevamente. Al llegar, vi a la misma operaria que antes me había
atendido. Seguía joven, delgada, con rasgos de india, con su solapín
colgado del cuello con una correa azul, sin uniforme, y por supuesto, con
marcada timidez novicia a la hora de atenderme.
"Hola! ¿Recuerdas que el otro día recargué mi cuenta contigo? Pues sucedió que, llegué a la casa
y no vi que aumentara el tiempo. No entiendo cómo es la rebaja."
Ella se volvió hacia la compañera de trabajo que tenía al lado, y le
explicó mi situación. Esta era también joven, mestiza, que al hablar
arrastraba la ese, a veces con encanto, a veces con vicio. "Cuando tú entras con
tu usuario en el portal, no ves en tiempo de consumo 4 horas. Ves dos
horas. Pero cuando consumes una hora se te descuentan 50 centavos". "¿Cómo?",
dije. En un primer momento eso me resultó inentendible, o al menos no
valía la pena esforzarse a pensar en algo que apuntaba al absurdo. "A
ver (suspiró y enfatizó), dejáme tomar un papel para explicarte: Cuando tú
consumes una hora, se te descuentan 50 centavos, no un dólar. Te va a quedar por
lo tanto en la cuenta un dólar, si consumes dos horas". "¿Pero qué hago
con eso?". "¡Es dinero!". "¿Pero yo no veo el doble del tiempo? ¿Cómo voy a utilizar
el dinero de reserva que queda en la cuenta? ¿ No debería ese poder consumirse
también? ¿O tengo que transferirlo a otro lugar? Está muy bien tener dinero, pero
si no puedes utilizarlo es igual que nada".
"A ver (otra vez un suspiro. Se giró hacia la primera operaria).Vayan a la sala de navegación
y entren al portal con su usuario, y mira a ver cuánto ha consumido."
Salimos de la oficina de atención y entramos a la sala de navegación. Mientras ingresaba mis
credenciales en una máquina, le comentaba a mi acompañante : "Es una empresa que lo hace
todo mal, y ganan millones de dólares. Millones. No es culpa tuya, y tú no debes ni puedes protestar.
Pero fíjate si lo hacen todo mal, que no te han dado ni un uniforme". "Estoy de prácticas...". "Igual
deberían habértelo dado". Ingresamos al portal nauta, un software lanzado desde el 2011 (es lo que
dice al pie de la página de log in ) para administrar personalmente la cuenta de un usuario.
Es software con algunos aspectos bastante rústicos, como por ejemplo que no tiene una forma de calcular
por una columna cuánto tiempo se ha consumido, o dar clic en una fila que señale un intervalo de conexión
y que diga a partir de allí, cuánto tiempo queda. O al menos yo, ni alguna de las muchachas que me atendieron
saben de que tengan esa clase de ventajas en esa aplicación. La joven que me secundaba, en compañía de la
otra, que vino a ayudarla, le tomó una foto con un celular a cada vista en la pantalla que mostraba una tabla
con las veces que en mi casa se había usado el servicio, desde que yo había recargado. Podrá imaginarse
que, en aras de ahorrar, la cantidad de veces que entraba y salía de la conexión era considerable. Ellas,
volvieron a su oficina, y pacientemente y con muchos gazapos, hicieron el cómputo calculadora en mano.

Puede verse aquí una de las tantas tablas que muestran el periodo de conexión
al que me refiero. Entre los inusitados privilegios que poseo, por los cuales se supone debo estar agradecido
eternamente, están el poder acceder de manera gratis a esta página, y poder descargar información
sobre la ley Helms-Burton, para mantenerme informado de las agresiones del imperialismo yanqui.
El resultado, excedía el tiempo convencional por lo que yo había pagado, pero era totalmente desordenado,
no se complementaba con lo que me quedaba en la cuenta, y cuando se los hice ver me dijeron, que aún así
había consumido más tiempo del que decía. "¿Creen que yo vendría hasta aquí a preguntarles cómo funciona si
no fuera porque no pasó lo que esperaba, que era ver 4 horas?". "A ver (vuelta con el suspiro). Ya te dije
que tú no ves las horas. Que se te descuentan 0.50 CUC..." . "Deme el celular que yo calculo el tiempo."
Me sentí un idiota haciéndolo. En ese momento giré la vista y vi sobre una mesa un cartel que decía: "Usted
puede ahora, pagando 0.50 CUC, navegar durante una hora desde cualquier punto de conexión, usando su cuenta
de Nauta Hogar." "¿Ustedes me pueden llevar a su jefe para preguntarle cómo funciona esto? Porque evidentemente
aquí hay un error o algo se está escapando." Entonces me llevaron hacia la jefa de turno, la cual lo primero
que me dijo fue : "¿La cuenta está a tu nombre? ¿Al de tu mamá, no? Como ese es el caso, cualquier reclamación
debe hacerlo el dueño de la cuenta." "Yo lo que quiero es el servicio que anuncia el cartel. Si ese cartel dice
que puedo navegar a mitad de precio, ¿por qué no resulta?". "Usted no puede hacer ninguna reclamación. No se
encuentra en facultad de ello, para cualquier reclamación debe venir..." ."¡Buenas tardes!".
De más está decir que repetí el mismo capítulo, esta vez junto con mi padre, en otra oficina, y que la
explicación de un servicio que debería percibirse rápidamente, trascendía toda racionalidad. Incluso volvimos
al lugar del primer incidente. Sin embargo el cartel, lo habían quitado. Un farol de la empresa en un contexto
candente en el ámbito político, un error de los desarrolladores, la mezcla de ambos,
lo que es resulta difícil de saber. No queda
más remedio que volver a mentar el misterio en que todo lo envuelve este armatroste capitalista que mucho
satisface a los tanques pensantes del socialismo caribeño.